jueves, 4 de octubre de 2007

LA OPERACIÓN

Quizá sucedió hace más de treinta años, quizá ya no existan pruebas contundentes, pero eso no es razón para no dar a conocer esta historia.

Mi abuelo, Pedro Castillo, trabajó durante muchos años en el Puerto de Arica, trabajaba de guardia. Él era una persona de origen humilde, del sur de Chile, Combarbalá, se caracterizaba por ser una persona testaruda, nadie podía convencerlo de nada, si hacía frío y él decía que hacía calor, nadie lo sacaba de esa idea. Además nunca fue al médico, siempre dijo que eran unos “matasanos”, era lo que conocemos como un "huaso porfiado".Cierta vez le comenzaron unos dolores que inmediatamente lo relacionaron con apendicitis, como de costumbre no fue al médico, a pesar que los dolores se acrecentaban más y más.Cierta noche se iba a trabajar, a pesar de los ruegos de su mujer, María Zavala. Nada se pudo hacer para detenerlo.

Era muy tarde y él se encontraba en el Puerto de Arica, cerca de un galpón, el dolor era tanto que se adentró en el galpón, se tiró sobre unos sacos porque el dolor era insoportable, pasaron unos minutos y el dolor se acrecentaba más, fue entonces que escuchó el sonido de una sirena de ambulancia, volteó su cabeza para mirar y efectivamente, era una ambulancia que se acercaba a él a toda velocidad, nada podía hacer, el dolor lo tenía inmovilizado, acto seguido salieron de la ambulancia unos “enanitos” que a la fuerza lo llevaron dentro…Entre sueños recuerda haber despertado y verse en un espejo que estaba pegado al techo, se veía él acostado y las cabezas de los “enanitos” moviéndose para todos lados, lo estaban operando, parecía que hablaban en japonés (según sus palabras) eran sonidos extraños.A la mañana siguiente despertó en el faro, en los mismos sacos donde se recostó, pero esta vez sin el dolor. Esta historia la relató a su familia, entre ellos a mi madre.

Durante un tiempo se rascaba una picasón que tenía en el lugar de la supuesta operación, situación de la que fui testigo, todo mostraba indicios de una operación, pero sin cicatriz.

Pasaron los años y él nunca fue a ver un médico, hasta que ya estaba muy enfermo. Entre otros exámenes le realizaron una eco tomografía, fue en ese instante cuando el especialista al ver la pantalla dijo – Mire la tremenda operación que tiene aquí – a lo que mi abuelo dijo –Pero si yo nunca me he operado- El especialista del examen limpió el área observada y no encontró ninguna cicatriz. Tiempo después falleció dejando a la familia con una profunda tristeza.
¿Testigos? sólo mis tías, tíos, mis padres y mi abuela que escucharon su relato y fueron testigos de sus dolores. ¿Y el especialista? bueno en el centro médico se quedaron con todos los documentos por razones poco claras ( ¿? ), no sabemos más. ¿Explicación? no podemos darla ¿Cómo explicar algo así? ¿Podrán creer esta historia? difícil que me crean, lo cual es comprensible. Por ahora sólo queda mi relato que finaliza aquí.

Pedro Castillo (mi abuelo).

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