domingo, 4 de agosto de 2013

EL CABALLERO

Mi abuelo Pedro Castillo falleció el verano de 1992, yo estaba por iniciar mi práctica profesional (aún no empezaba marzo).
Mi primo Marcelo, estaba pequeño aún, él creció y siguió su vida como todos los demás, en su adolescencia se hizo amigo de otro joven, el patio de la casa era el epicentro de muchos juegos, siempre ahí se reunían un gran número de niños y niñas a jugar con libertad, mis primos eran muchos, esa casa era el paraíso de los niños, incluso había uno que lloraba porque no nació en esta casa.
Los años pasaron y mi primo se distanció de su amigo de juventud, cada uno siguió su vida, formaron familias y trabajaron por ellas.
 
Pasados los años, este año exactamente, el amigo de mi primo regresó, y le pidió a mi tía (Mamá de Marcelo) que lo dejara entrar a ver el patio por nostalgia, quería recordar bellos momentos de juegos. Una vez dentro seguían conversando alegremente, recordando a todos (Mi tía y este joven), entonces el joven preguntó:
- ¿Y el caballero? -
- ¿Qué caballero? ¿El papá de Marcelo? - preguntó mi tía, a lo que el joven respondió
- Noooo, si a ese lo recuerdo, pero siempre que yo venía había un caballero gordito, peladito, con una polera rota al costado, siempre que yo venía me saludaba con un gesto de su cabeza y una sonrisa, siempre estaba haciendo algo, lavando en la batea, barriendo, limpiando... -
 
Ante tal pregunta mi tía atinó a mostrarle fotos de la familia y el joven reconoció a mi abuelo Pedro Castillo. Pero en realidad para cuando ese joven estuvo jugando en la casa, mi abuelo llevaba varios años muerto.
 
No sé cómo se podría explicar esto, pero es una muestra que la realidad que vivimos diariamente no es todo lo que hay, existe un gran número de misterios que se mantiene sin explicaciones.

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